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Foto del escritorRichard R. Crown

"¿Y cómo sabrás reconocerme?"

..."¿Y cómo sabrás reconocerme?" de Richard R. Crown, del nuevo libro "Nunca existieron nubes, nunca existieron estrellas, solo hubo soledades perversas" México, 2020 © Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra.


...dicen que nunca es tarde para una sonrisa que tiene ganas de ti...



...te veo a las seis menos seis, del próximo viernes...

El mensaje decía "te veo el próximo viernes a las seis, mejor dicho a las seis menos seis minutos porque ese reloj siempre está adelantado seis minutos, al pie del reloj en la banca más cercana, te quiero conocer y saberte real, conocer a la persona que escribe de esa manera, quiero demostrarme a mí misma que eres real y que no eres ficticio".


—Espera, ¿pero cómo sabré que parque y qué reloj es? —preguntó él; aún sorprendido de tan puntual mensaje—. ¡Hay decenas de parques en la ciudad y seguramente en muchos de ellos con algún reloj! —reclamó—. ¡Aun el hipotético caso de que un alter ego pudiera caminar al parque!.


—¡Lo sabes!, aunque no te conozco sé vas seguido ahí y contemplas el reloj de colores, incluso sabes que el reloj va adelantado seis minutos —dijo ella.


—No tan rápido, ¿pero cómo sabré que eres tú?, podría equivocarme y generar un problema con alguna desconocida —preguntó él.


—¡Lo sabrás porque tendré un vasito de helado de tu sabor favorito! —dijo ella—. ¡Tú mismo has degustado tu helado a la vista de todos y aunque solo es tu mano la que aparece, sé que no es una mano de alguien ficticio, sino es una mano que recorre el teclado siempre que puede hasta encontrar inspiración desbordada!


—Espera, ¿cómo sabrás que soy yo?, podría ser cualquier persona —preguntó él.


—¡Lo sabré porque si eres un verdadero Crown, llegarás con un paraguas por si llueve y pasarás antes al puesto de flores que cruza las dos avenidas principales del mismo parque para llegar con una rosa! —expresó ella con tono de seguridad.


—Aguarda por favor, la ciudad es enorme, podría llegar tarde, ¿y si ni los seis minutos de adelanto del reloj cubren esa demora? —preguntó él.


—Mi estimado Crown, ¡nunca es tarde cuando se mira una sonrisa que tiene ganas de ti! —aclaró ella y agregó antes de dar por concluido el diálogo—. Te quitaré las nubes y te guiaré a mostrarte alguna estrella compartiendo tu soledad, o confirmaré si nunca existieron nubes, nunca existieron estrellas y solo hubo soledades perversas.

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