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Capítulo 33: "...la hora legítima..."

Capítulo 33: "...la hora legítima..." de Ricardo Ramírez Corona, del libro “El honor de vivir tu brillo abrazado de tu mano… y que sigas brillando” 2a edición ©, México, 2025. Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra.


Derechos de la foto para Min An https://www.pexels.com/es-es/@minan1398/ que al momento cuenta con 2.3 mil millones de visitas, es el lugar 12 y en el último mes, cuenta con 19.3 mil visitas.
Derechos de la foto para Min An https://www.pexels.com/es-es/@minan1398/ que al momento cuenta con 2.3 mil millones de visitas, es el lugar 12 y en el último mes, cuenta con 19.3 mil visitas.

...legítima, ajustarse a lo dispuesto por la ley, lícito, autentica, verdadera, asignada por derecho…

“…cualquier lugar, contigo,

cualquier momento, contigo,

cualquier clima, contigo,

contigo, el clima de vuelve cualquiera,

contigo, el momento se vuelve cualquiera,

contigo, el lugar se vuelve cualquiera…


…ahí, frente a frente, distancia para alcanzar un beso, solo un paso…


—¿En qué lugar estamos? —preguntó él, sin mirar el entorno porque sus pupilas se abrazaban con la mirada sin soltarse—. Usted me invoca a despegarme del mundo que nos rodea y provoca atizar su don de la ubicuidad en mí.


—La hora que usted me diga es el mejor espacio para convertirse en lugar—manifestó sonriendo la señorita—. Usted siempre se ubica en la hora correcta.


—¿En qué momento estamos? —preguntó él, sin afán de conocer la respuesta, pero con expectativa de sorprender con la pregunta mientras sus pupilas se abrazaban con la mirada sin soltarse—. Usted me invoca a valorar el momento presente y provoca que no desee estar en otro momento.


—La hora que usted me diga siempre será momento de nosotros dos —afirmó determinante la señorita—. Usted siempre llega a tiempo a la convocatoria de nosotros dos, declarando el inicio en el momento por un cruce de miradas y el final por un suspiro que le anticipa que lo pensaré.


—¿Sabe usted la expectativa del clima? —preguntó él, sabiéndose sin preocupación de los posibles movimientos de temperatura o lluvia que pudiera apurarlos, mientras sus pupilas se abrazaban con la mirada sin soltarse—. Usted me invoca a sentirme abrigado, protegido y provoca que solo desee tomarla de la mano para sentirme así de confortable, donde usted es mi clima adecuado.


—La hora que usted me diga siempre tendrá las propiedades climáticas confortables para nosotros dos —mencionó determinante la señorita—. Usted siempre trae para mí las condiciones climáticas que se sienten como abrazo y sensación presente, el viento ambiental a veces me despeina un poco, pero con usted me siento siempre en confianza de que estoy adecuadamente peinada en esa hora, el frio ambiental se soluciona con un suéter ligero porque una atención o deferencia suya en el trato mueve al frío a un segundo plano, incluso si el calor aumenta, sé que siempre estaré bien vestida para usted y en la hora correcta que estemos viviendo.


—¿Qué hora es? —preguntó él, sin ver el reloj porque sus pupilas se abrazaban con la mirada sin soltarse—. Usted me invoca y provoca ser presente en esta hora.


—La hora que usted me diga —afirmó determinante la señorita—. Usted siempre llega a la hora correcta y mejor incluso, la hora legitima para amarnos.


—¿Sabe usted? —manifestó él acercándose unos centímetros más a los ojos de la señorita—. Cuando veo un reloj pienso en los momentos de nosotros dos amando.


»Del reloj que marca 24 horas, usted y yo, siempre nos encontramos en la hora de nosotros dos protagónicos.


»Si en esa hora estamos presenciales, tomaremos nuestras manos y caminaremos en paso de mutua sincronía. Sí, de ese paso que espera al paso de la pareja, ese paso que perdona al tiempo y abre el tiempo a la pareja.


»Si en esa hora estamos a la distancia, su impronta aparecerá frente a mí y supongo yo apareceré para usted en alguna evocación de usted. Tal vez, la extrañe y decida enviarle un mensaje simple “te pienso, te extraño”, tal vez le llame, tal vez solo emita un suspiro que extiende una línea entre mi corazón y su corazón.


»Para nosotros, el reloj de 24 horas siempre nos une por sus manecillas, mismas que nos abrazan y nos hacen encontrarnos convergentemente, por más que demos vueltas tratando de alejarnos siempre nuestras miradas vuelven a encontrarse y nos hacemos una sola manecilla continua e indistinguible durante un minuto, pero como el segundero sigue avanzando, nos permite abrazarnos en el minuto siguiente.


»En la hora legítima nuestras manos hacen gala de caricias cuidadas, y son legítimamente bien recibidas el uno para el otro. Nuestras manos, se ajustan lícitamente a nuestros derechos de pareja, donde cada espacio en el territorio es conveniente, cada asignación es autentica, e incluso, me atrevería a decir que se solicita ejercer derecho de ambas partes.


»En la hora legítima todo es legítimo, pero más que eso, la hora legítima emana de un momento de autenticidad personal que aporta a la pareja, un momento de verdad personal que aporta a la pareja y donde nos sentimos legítimamente humanos para aportar a la pareja".



Tiempo de elaboración: Una hora en cualquier hora del día, una hora en cualquier lugar, una hora en cualquier clima, una hora de nosotros dos.

 
 
 

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